La literatura infantil la escogió a ella, dice Leonor Bravo, escritora quiteña de larga trayectoria, que a través del arte quiso resolver las inquietudes que la aquejaban de niña.

En principio se inclinó por la pintura dedicada para público adulto, pero su vida cambiaría al formar parte de un grupo de títeres. En ese momento se reencontraría con su niña interior que la acompaña hasta ahora, mientras se enfrenta a la página en blanco, con mucho respeto, tras casi 40 publicaciones dedicadas a niños y jóvenes.

Su niñez todavía está presente en su oficina, donde muñecos de hadas, duendes, dragones, de caperucitas y figuras de origami manifiestan ese deseo de permanecerse niña y transmitir la alegría a esos seres que están creciendo.

“Yo me formé con cuentos de hadas y muy pocos libros”, dice Bravo con orgullo, ahora que sabe que los niños y jóvenes tienen más oferta literaria y a través de los libros pueden conocer más sobre el ser humano y la felicidad.

27 de Abril de 2014

Por Carla Loaiza

¿Cómo es Leonor ante la hoja en blanco?

Tengo mucho más cuidado que antes. Cuando empecé a escribir era como un juego. Ahora tengo más conciencia de la responsabilidad social y literaria, esas dos cosas son importantes. Al principio era muy bonito, era una cosa que me causaba mucho placer, mucho gusto y también lo hacía con un poco de desconocimiento y eso me volvía un poco irresponsable. Ahora le tengo mucho más respeto.

 

¿De dónde nace el apego a la literatura infantil?

Los escritores no escogemos lo que escribimos, uno no dice: “me voy a poner a escribir literatura infantil o voy a escribir poesía”. Yo creo que de alguna forma los temas y los géneros nos escogen a nosotros. Uno escribe algo porque responde a una necesidad, una necesidad íntima, una necesidad del espíritu; y cuando yo comencé a escribir, lo que escribí fue literatura para niños, tal vez porque tengo una conexión especial con mi infancia. Creo que quienes escribimos literatura infantil tenemos esa conexión, o tal vez tenemos muchas preguntas sin respuestas y queremos responder por nosotros mismos.

 

¿Cuál es su relación con los cuentos de hadas?

Todos los seres humanos queremos salir a ratos de la realidad, la realidad a veces es demasiado dura y necesitamos otros espacios donde recrearnos, donde tener paz o dolor, o lo que sea, pero que sea diferente. Ahora, los cuentos de hadas de antes no eran muy pacíficos, ni eran muy dulces sino que respondían a la realidad de los pueblos donde fueron creados. Pero ¿qué tienen de positivo estos cuentos? Que nos muestran cosas muy profundas de los seres humanos como la envidia, el odio, el amor, que son sentimientos de los seres humanos que no han cambiado y nos enseñan a aceptarnos como somos.

Para mí tienen gran importancia los cuentos de hadas porque todos tienen al final la esperanza de que las cosas tienen que terminar bien. Ese final feliz que ha sido tan desprestigiado yo creo que es muy importante para los niños, porque uno tiene derecho a saber que en la vida, en algún momento, va a brillar una luz que a uno le va a guiar hacia un sitio mejor, porque los seres humanos estamos aquí para ser felices.

 

¿Existe una diferencia entre las generaciones de niños de antes y las de hoy?»

No ha habido muchos cambios tanto para los escritores como para los lectores. Aquí en el Ecuador hace 20 o 30 años escribir literatura infantil era un sueño irrealizable, los escritores ponían todos los ahorros de su vida para escribir un libro que se publicaba con algún periódico y le pedían a un pintor que hicieran dibujos, fueran estos o no apropiados para el libro.

En realidad no había condiciones, porque no había apoyo. Yo creo que ahora estamos viviendo un muy buen momento, en todo el mundo, porque se ha desarrollado más la literatura infantil y hay que darle lectura a esos seres que están creciendo, esos seres también necesitan sus formas particulares del arte. Y esto ha venido de la mano desde los derechos de los niños.

Para los escritores, estamos viviendo un muy buen momento porque tenemos posibilidades de escribir, de publicar y la posibilidad de ser leídos por muchísimos niños. Los niños leen mucho más ahora y tienen mucho gusto para leer. Conocen lo que es el placer de la lectura.

Y en su caso ¿cuál es esa pregunta sin respuesta?

Yo creo que muchas preguntas sobre el sentido de la vida. Sobre todo hay una pregunta que me ronda mucho la cabeza que es la desigualdad. Y uno de los cuentos que más ha influenciado en mi es La fosforerita, de Andersen, sobre esta niña que muere quemando sus fósforos. Mientras una familia celebra la navidad, ella está afuera en medio de la nieve y lo único que tiene son sus fósforos que vende. Este cuento yo lo conocí cuando tenía cinco años y a mí me dolió muchísimo y me marcó mucho, entonces, las desigualdades es algo que me preocupa mucho.

 

Breves respuestas para cuestiones cotidianas…

¿Un libro?

Para mí un libro importante es Cien años de Soledad

 

¿Un escritor?

Me gusta García Márquez y Carlos Fuentes, porque entre los dos me contaron mucho de Latinoamérica. También me gusta la magia de Borges.

 

¿Un canción?

Cantares, de Serrat

 

¿Un película?

El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki

¿Su más grande miedo?

Uno de los miedos que yo tengo es a que me dejen sola. No a quedarme sola, no a estar sola, sino a estar acompañada y que me dejen sola o que se olviden de mí. La soledad no me da miedo.

 

¿Qué le hace feliz?

Hay montones de cosas que me hacen feliz, escribir me hace feliz, dibujar me hace feliz, estar con mi familia me hace feliz, saber que otra gente es feliz. El arte me hace profundamente feliz.

Esta noticia ha sido publicada originalmente por la Agencia de Noticias Andes bajo la siguiente dirección: http://www.andes.info.ec/es/noticias/leonor-bravo-cuentos-hadas-muestran-cosas-muy-profundas-seres-humanos.html